“Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!” (2 Juan 1:10).
Es interesante ver que la palabra central de este mandamiento es doctrina, aparece 48 veces en la Palabra de Dios, de las cuales 44 se encuentran en el Nuevo Testamento. Esto quiere decir que el asunto que trata acerca de la doctrina de Dios, está lo suficientemente desarrollado como para no permitir ningún tipo de disculpas por su desconocimiento. En ella, Dios nos revela básicamente todo lo referente al hombre, su pecado y, sobre todo, su terrible condición de juicio y muerte. A su vez, Dios nos revela su naturaleza, su voluntad y la posibilidad de reconciliación entre su divina persona y los hombres por el único medio posible: la persona y la obra de su Hijo Jesucristo.
En su doctrina nos da claras y precisas instrucciones para alcanzar la salvación; y de la misma manera, también nos exhorta y nos muestra la forma de permanecer fieles a ella.
El que te predique una doctrina diferente a lo que está en la Biblia, y aunque la diferencia parezca ínfima, está mintiendo y te conducirá por el camino del error. Al engañador, “no lo recibáis, ni le digáis ¡bienvenido!”.
Los errores y desvaríos que se cometen relacionados con su doctrina, son por causa de ignorancia. El mismo Señor Jesús fue quién dijo: “Erráis, ignorando las Escrituras...” (Mateo 22. 29) Y cuando dice “ignorando”, pienso que hay dos formas de ignorar su doctrina: la primera es por negligencia, pues el Señor dijo: “Escudriñad las Escrituras” (Juan 5. 39); observa que no dijo lee las Escrituras, sino escudriña, esto quiere decir: indaga, investiga, examina, rastrea; es decir, haz todo lo posible y pon todo lo que tengas a tu alcance para que no seas un ignorante respecto de su doctrina.
Esta actitud, ignorar las Escrituras, se considera un pecado de omisión hacia algo tan importante, como es la voluntad suprema de Dios. La segunda forma de ignorar es, mediante una negación voluntaria, una actitud de desprecio y menoscabo hacia todo aquello que para el Señor es de suma importancia. Esta conducta es terrible; porque siendo su doctrina tan grande y majestuosa como lo es Él, menoscabarla e ignorarla, es lo mismo que menoscabar e ignorar a su propia Persona.
Él ha establecido, que todos los hombres deben conocerla, recibirla y obedecerla; por eso dijo el Señor Jesús: “El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero” (Juan 12:48), y agregó: “Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió” (Juan 7:16) A esta forma de ignorar, se la conoce como rechazo, y es un grave pecado de rebeldía contra Dios.
Amados hermanos y amigos, la pregunta que debemos hacernos es: ¿guardamos su doctrina? ¿Somos fieles a ella?
Si lo estamos haciendo entonces debemos perseverar en ella (Mateo 24:13); pues, es la única forma de honrar a nuestro Dios y afirmar nuestra salvación.
A ÉL SEA LA GLORIA POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS. ¡Amén!
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